A estas alturas de la Historia, creer ese cuento americano de los $800,000 que Chávez le envió a Cristina Fernández es casi imposible. Francamente, la casualidad de que esto haya sido "descubierto" precisamente ahora es demasiada para un cínico como yo. Estados Unidos, cuya credibilidad está bajo cero hace tiempo, piensa que el resto del mundo es imbécil. Creen que envolviendo esta trama con papel judicial le dan aire de respetabilidad. ¡Hombre, si las instituciones de ese gobierno están impugnadas por sus propios actos!
Aquí lo que ocurre es que se ha visto la ocasión de matar dos pájaros de un tiro: seguir desacreditando a Chávez y madrugar a la mujer de Kirchner, que se considera parte de la comparsa chavista. ¡Qué mejor que acusarlos de alguna actividad delictiva! Con la ventaja de que esto ha ocurrido en la cancha local, es decir, en territorio americano, donde se investiga, se acusa, se juzga y, seguramente, se condenará. En estos días, en que los guionistas y escritores del mundo del espectáculo en ese país andan de huelga, parece que algunos - no muy buenos - encontraron en qué ocuparse.
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