Nunca he entendido la fascinación de tanta gente con los fuegos artificiales y demás artículos de pirotecnia. Como si no hubiera suficientes problemas de orden público, la Policía tiene que ocuparse de incautar grandes cargamentos de ese material peligroso, para proteger a los incautos de sí mismos y contribuir a que haya algo de "paz en la Tierra." Lamentablemente, se advierte una resistencia ciudadana a cumplir con lo que son, en esencia, unas normas de "un buen padre de familia." Hay pirotecnia porque hay demanda para ella.
En esta época, que invita a la reflexión, debemos identificar las conductas que, por tradición, llevamos a cabo pero que son lesivas a la seguridad y el orden público. Hay que madurar como pueblo, dejando atrás la estupidez, la imbecilidad y la ignorancia, disfrazadas con máscaras de celebraciones.
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