Hay muchos aspectos que destacar del novelón relacionado con la elección de la representante de Puerto Rico al certamen de Señorita Universo. Ciertamente, los más inquietantes son los que tienen que ver con la virulencia de las críticas al proceso, las alegadas amenazas y los supuestos actos delictivos cometidos contra la ganadora. Dejando a un lado los elementos de farsa y tragicomedia de todo este embrollo, tiene que preocupar que el aparato de la investigación criminal se haya tenido que movilizar para atender este zafarrancho de colegialas. Ahora se plantea la posibilidad de que los resultados forenses no sean del todo concluyentes, dado el mucho tiempo transcurrido entre los alegados sucesos y el examen de las pruebas, amén de su posible "contaminación", al no salvaguardarse la "cadena de evidencia."
Si algo bueno puede haber en todo esto es, precisamente, que trae a la atención del público este aspecto del manejo de la prueba física, para que se entienda mejor por qué, a veces, no es posible relacionar a un imputado con un delito, y que los llamados "tecnicismos" tienen su razón de ser en la búsqueda de la verdad.
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