En la llamada sociedad de bienestar público, pletórica de beneficios de todas clases, se hace necesario referirse a quienes los reciben, por distintas condiciones de desvalimiento. Hoy, por ejemplo, la prensa nos dice que "sólo el 60% de los recipientes de los vouchers o vales..." Un chusco diría que nos hemos cosificado tanto como sociedad, que a los menesterosos ya los vemos como objetos, pues "recipiente", como sustantivo, es, generalmente, algún tipo de receptáculo o vasija en el que se coloca algo. En su función como adjetivo, se refiere a "que recibe"; por lo tanto, no estaría mal decir "las personas recipientes."
Para designar a quienes reciben estas ayudas podemos usar beneficiarios o perceptores, pues se percibe una renta, suma o cantidad de dinero. Por supuesto, siempre podemos ser más llanos y decir "los que reciben", pero, en este mundo de apariencias, en que queremos dar la impresión de que somos "finos", más vale decir disparates a que lo acusen a uno de ser "pedestre."
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