El reconocimiento de derechos a las parejas del mismo sexo no puede darse a medias; o hay paridad con las heterosexuales o no la hay, en cuyo caso aflora el discrimen constitucionalmente impermisible. Con la excusa de «defender» el matrimonio -- definido como la unión de un hombre y una mujer -- se niegan derechos fundamentales a quienes aman a una persona de su mismo sexo y conviven como cualquier otra pareja.
En Alabama -- uno de los lugares más retrógrados del planeta -- un tribunal apelativo acaba de prohibir que una mujer adopte el hijo biológico de su pareja, con quien está casada, de acuerdo con la ley de California. Evidentemente, es una forma de desaprobar esa convivencia, obstaculizando ese aspecto de la vida matrimonial. Más tarde que temprano, la lógica jurídica ha de llevar a que haya plenitud de derechos para todo el mundo, pues lo contrario es insostenible en un sistema de equidad y justicia.
Mientras tanto, habrá jurisdicciones, como Alabama, que arrastrarán los pies en el camino hacia la igualdad.
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