domingo, 28 de octubre de 2012

Los locos son ellos

El sistema judicial de Estados Unidos anda enredado en un caso de pena de muerte que, si no fuera trágico, sería cómico. Se trata de un condenado que, por un lado, ha sido diagnosticado como esquizofrénico paranoide con delirios psicóticos de que es el «príncipe de Dios», pero aun así «sano» mentalmente para ser ejecutado. Estas contradicciones han llevado y traído el caso a distintas instancias judiciales, con el resultado de que más de 30 años después de haber sido juzgado, y con 64 años de edad, no se le ha ejecutado.

Cualquiera supondría que no es posible ejecutar a un demente -- comoquiera que se le clasifique -- pues sería algo repugnante a la conciencia civilizada. Pero, es el caso que los americanos tienen su propio «librito» en estas y otras cosas en el Derecho, y las litigan bochornosamente, inventando criterios, normas y principios que solo a ellos les tienen sentido, aunque al resto del mundo nos parezcan absurdas. De ahí una jurisprudencia muchas veces insólita y líos como el de este caso.

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