Hace algunos años, una empleada de una sucursal de una tienda por departamentos muy conocida se quejó delante de mí de estar cansada. Cuando le dije que se sentara en un taburete que había allí, me contestó que eso no le estaba permitido; que no era bien visto por parte del patrono. Luego, aprovechó para contarme que, durante su embarazo, tenía que esconderse para poder sentarse en el piso. Aunque yo tenía uno que otro antecedente de prácticas patronales abusivas, no podía creer que se llegara a un extremo así. Identificándome como abogado, le aconsejé entonces que acudiera al Departamento del Trabajo en procura de protección de ese atropello.
Todo esto viene a cuento por la noticia de que en California -- jurisdicción de cierto vanguardismo jurídico -- se ventila un centenar de pleitos contra empresas como Wal-Mart, Home Depot y Target, por no proveerle a sus cajeros unos asientos adecuados para su descanso durante la jornada laboral, con base en una disposición legal acerca de las condiciones saludables de trabajo. Tras el éxito de una primera reclamación, los empleados de estas empresas han acudido a los tribunales en busca de un alivio de esta manifestación de opresión patronal.
Ahí tienen un buen ejemplo los sufridos empleados nuestros, víctimas de condiciones de trabajo inhumanas.
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