Se publica que un juez federal en Los Angeles, California ha tardado hasta cinco años en decidir acerca de recomendaciones de excarcelación o celebraciones de nuevo juicio formuladas por magistrados de ese tribunal, justificando su tardanza en que se encuentra redactando la opinión o que el expediente es muy voluminoso. Sin embargo, cuando la recomendación es otra, actúa diligentemente. En un caso, el reo falleció esperando por el dictamen judicial.
Es evidente que el juez abusa de sus prerrogativas, y se ha buscado este subterfugio para, en esencia, prolongar la condena de sujetos que él considera que no deben salir del penal o siquiera tener una segunda oportunidad de ser juzgados. Lo peor de todo es que, pedido el parecer de la juez administradora del tribunal donde «sirve» este juez, ella ha dicho que él es muy bueno y «laborioso».
¡Dios los cría...!
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