viernes, 6 de abril de 2012

Paridad para «cada oveja»...

California siempre ha sido una jurisdicción de avanzada, en lo que respecta a cambios sociales y su reconocimiento jurídico. El caso de los matrimonios homosexuales y sus derechos concomitantes es un ejemplo reciente de ese vanguardismo. Aunque con una fuerte discrepancia y movimiento retrógrado, la tendencia clara es a reconocer que la libertad individual tiene que comenzar por el aspecto más íntimo de la sexualidad y la decisión de a quién amar y con quién formar pareja. Dándose las condiciones de mayoría de edad, capacidad mental, ciertas exclusiones por consanguinidad y el mutuo consentimiento, al Estado no le incumbe la elección amatoria y marital.

Un caso reciente de ese estado valida el derecho que tiene un empleado -- en este caso, de un tribunal -- de que a su pareja del mismo sexo por matrimonio le cobije el seguro médico del que disfruta como beneficio marginal del empleo. Parecería lógico que, al igual que en los matrimonios heterosexuales, en los del mismo sexo se tengan este y otros derechos. El Estado debe respetar la decisión personalísima del individuo, y cubrir en un aspecto tan vital como la salud a la persona con quien comparte su vida.

Es justo, necesario y razonable.

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