Tal parece que la presencia prolongada de Estados Unidos en Irak le ha servido a los iraquíes para «doctorarse» en la burla del estado de derecho, tan bien practicada por los americanos. Así surge de la denunica de Human Rights Watch, la cual señala que, en lo que va de año, en Irak se han registrado 65 ejecuciones como pena de muerte. Lo peor de todo es que el sistema judicial de ese país acepta, como si tal cosa, las confesiones que se logran por tortura. Y si alguien tiene duda de la influencia estadounidense en este rollo, aquí tiene este otro dato: los iraquíes se han procurado una prisión secreta, para hacer y deshacer con los detenidos, sin tener que dar cuentas a entidades internacionales como la propia HRW.
No es que los iraquíes fueran un dechado de virtudes democráticas y jurídicas antes de la invasión americana, pero hay demasidas coincidencias entre lo que hacen y los malos ejemplos de Estados Unidos que el mundo conoce. No hay que olvidar que USA es uno de los pocos países tercamente aferrados a la pena de muerte, que con la infame Patriot Act se ha dado permiso para torturar, y que puso de moda los centros de detención secretos -- preferiblemente en el extranjero -- para burlar el derecho nacional e internacional, negando los derechos más básicos de detenidos que ni siquiera llegan a la categoría de imputados, mucho menos de acusados.
Con un cinismo así de monumental de ejemplo cotidiano, no en balde los iraquíes se han animado a seguirlo.
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