Resulta interesante y significativo que unos agentes puertorriqueños hayan demandado a la Drug Enforcement Administration por discrimen en el empleo. La DEA -- parte de ese mítico sistema investigativo americano --, se dice, privilegia a los agentes continentales, pagándoles más y concediéndoles beneficios que no están disponibles para los isleños. Más que eso, se alega que el trabajo más peligroso -- como el de encubiertos -- está reservado para los boricuas.
Veremos qué logran probar nuestros compatriotas, pero me imagino que los federales -- quienes, por supuesto, van a «jugar en la cancha» de su tribunal en San Juan -- plantearán dos defensas obvias. La primera es que se justifica un diferencial de sueldo para los americanos de verdad, que tienen que venir al «tercer mundo», dejando atrás por un tiempo ese Edén del que proceden. La segunda es que, lógicamente, son los agentes puertorriqueños quienes, por su aspecto y conocimiento de las costumbres, pueden hacer mejor el papel de la gentuza que se dedica al narcotráfico.
En fin, no me sorprendería que se trate de la «crónica de una demanda desestimada».
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