En estos días, cuando se cuestionan ciertos gastos de funcionarios de alto nivel, conviene conocer unas palabras que, aunque lucen raras, podrían ser aplicadas a estos asuntos. Así tenemos gastivo, gastizo y gastoso, todas significando «que gasta mucho», algo inherente a quien, como nuestros políticos, usa el dinero de los contribuyentes con una gran liberalidad.
Y ahora que hablamos de gobernar, no vendría mal alguien a quien aplicarle el término gobernoso, es decir, que gusta o tiene aptitud para tener sus asuntos bien ordenados. Aunque suena feo, por alguien así se debe votar en noviembre, a ver si endereza la cosa pública.
Como soy consciente de que alguna gente se molesta con estas cosas que escribo, supongo que, si supieran, me acusarían de gramatiquear o de gramatiquería, vocablos despectivos para lo que hago en este espacio, pero que no me ofenderían ni mucho menos me desanimarían en este empeño.
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