Resulta insólito e inaceptable que el exlegislador Rodríguez Traverzo pretenda imponerle condiciones a la Policía para su entrega. Las «garantías» que él reclama son las que tiene toda persona contra la cual se ha expedido una orden de arresto. Ni más ni menos. Eso de que teme por su seguridad es una excusa para justificar un trato especial. Evidentemente, quiere atenuar el bochorno de verse arrestado; por ello, insiste en que no se le espose. Por un lado, reitera que no es un criminal, pero se comporta como uno. De haberse presentado oportuna y dignamente ante las autoridades, se habría evitado toda esta movilización en su contra.
Hay casos en que un fugitivo --casi siempre peligroso y de difícil captura -- acuerda la forma de entregarse. Éste no es uno de esos casos ni debe ser tratado de esa manera. Si bien los delitos que se imputan no son de violencia, el sujeto ha mostrado un ánimo de evadir su responsabilidad -- incluso, ahora se añade la alimentaria -- y, posiblemente, esta jurisdicción. Ante ello, no merece consideración alguna quien, desfachatadamente, pretende burlar la ley sustantiva y la procesal también.
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