En una reciente adandanza por el diccionario, me topé con la palabra vicediós, que me pareció, de primera intención, un chiste de dudoso gusto, aun para un excatólico como yo, porque, como el lector se imaginará, el término se refiere al Papa. Lo cierto es, sin embargo, que el nombrecito se usaba terminando el siglo 18, si no antes, y responde a la creencia de que el Sumo Pontífice representa a Dios en la tierra. También descubro que existe «vicecristo», otra lindeza que debo suponer cayó en desuso por ser incongruente con la sensibilidad de estos tiempos. Lo de «Vicario de Cristo» -- término que conocía de mi paso por la escuela católica -- no me parece tan presuntuoso. En la modernidad corporativa, un chusco diría que, como la Iglesia es un negocio, Dios es el «Presidente» y el Papa es el «vicepresidente».
Bromas de mal gusto aparte, francamente, resulta chocante que a cualquiera con un concepto mínimo de la divinidad se le ocurra inventar algo así tan... «blasfemo».
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