Mi hija Yarín, residente de París por amor al francés y a un francés, me envía un enlace con el periódico español El País, en el que se comentan algunos cambios de la nueva ortografía. Como saben mis lectores consecuentes, aunque muy liberal en muchas cosas, soy algo conservador en esto del lenguaje. Por ejemplo, no tengo objeción a que a la hasta ahora «i griega» se le llame «ye» o a que ya no se considere que la «ch» y la «ll» son letras por sí solas. Pero, los cambios en la acentuación, en nombre de una supuesta «simplificación», no son otra cosa que rendirse ante quienes nunca han aprendido bien ciertas diferencias marcadas por la tilde. Es decir que ahora mandan los que en Puerto Rico llamamos «colgados» en la asignatura. Para hacerles la vida más fácil, quitemos los acentos ortográficos de las palabras porque no hacen falta, ya que cualquier duda queda superada por el contexto. Así, ahora no hay que pensar si «solo» significa «solamente» o «no estar acompañado».
Con ese cuento del contexto se puede justificar casi cualquier cosa. Por ejemplo, hoy se publica lo siguiente: «La zaga Márquez vs.Váquez», sobre una rivalidad boxística. Como del contexto se sabe que se trata de saga, pues, de acuerdo con los doctos académicos, da igual cómo se escriba. Incluso, han ido tan lejos que amenazan con tildar de incorrección el insistir en acentuar la palabra «guion», por monosilábica y falta de anfibología.
Pues, me declaro contestatario, hereje y voluntarioso en mi adhesión a ciertas normas gramaticales, lingüísticas y ortográficas, a despecho de una Academia bobalicona y pusilánime ante la ignorancia y la falta de rigor ajenos.
1 comentario:
Yo me uno en esta cruzada de forma parcial. A mi parecer, hay cosas que el lenguaje permite; pero, el modificar el lenguaje a reglas simplonas para justificar la brutalidad de los nuevos profesionales, eso no es sabio. Usaré la espada de Damocles -puro simbolismo- para clavarla en el libro que acabo de comprar de la RAE.
Publicar un comentario