La propuesta de legalizar la marihuana, como un primer paso a dejar atrás el enfoque punitivo al consumo de drogas, no es nueva, pero cada día gana más adeptos. Que una persona de la talla del juez Torruella insista en el tema - pues ya lo había planteado hace algunos años - es señal de que no se trata de una idea de mentes calenturientas, encandiladas por algún estupefaciente. Torruella supo leer la «escritura en la pared», y valientemente, ha asumido una posición realista y sensata sobre el tema.
La narcomanía - para usar un término en desuso - es un vicio del cuerpo y de la mente, por lo que tiene que ser curado médicamente. El tráfico ilícito se aprovecha de esos enfermos para lucrarse. La lógica sencilla dicta que hay que eliminar el aspecto de negocio en este asunto, quitando la «clientela» de los adictos. El derecho penal no tiene soluciones para este problema de salud física y mental.
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