La posible defensa de «pánico homosexual» en el caso del joven que apuñaló repetidamente al periodista radial que, a su vez, está imputado de delitos de índole sexual resulta problemática en más de un sentido. Primero, está por verse si este tipo de sutileza psicológica ha de tener acogida en nuestra práctica jurídica. Al igual que otras defensas basadas en un estado mental muy particular, ésta levanta la desconfianza de su validez científica legítima y la suspicacia del oportunismo de su planteamiento.
Segundo, habida cuenta de la aparente relación previa entre víctima y victimario, habría que preguntarse hasta dónde puede alegarse un ataque de pánico homosexual tras varios meses de una relación consentida. Por supuesto, en este caso, hay de por medio un posible grado de retardación mental del victimario, lo cual podría atenuar su culpa, explicar su conducta previa y el «pánico» de última hora.
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