Carlos Díaz, otrora protagonista del infame «Video 59», ahora parece ser parte del reparto - en más de un sentido - de los líos de corrupción que han llevado a De Castro Font a la cárcel. Aunque es muy temprano para adjudicar, lo cierto es que Díaz quedó en entredicho en aquel otro asunto, que, por suerte para él, se desvió hacia la cuestión del espionaje legislativo, y quedó a un lado la impropiedad de su proceder.
Como suele suceder, más temprano que tarde, la impunidad momentánea da paso a un ajuste de cuentas con la justicia. El engreimiento de haber burlado la ley o la ética lleva a actuaciones más osadas que, finalmente, provocan la caída en desgracia definitiva.
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