lunes, 25 de enero de 2010

El peor enemigo del hombre

Resulta muy difícil conseguir cierto grado de orden público y seguridad cuando es, precisamente, la comunidad la que se resiste a controles y prohibiciones que van encaminadas a lograrlos. La experiencia habida con los pitbulls es suficiente como para que personas razonables desistieran de su tenencia. Sin embargo, hay una temeridad muy grande en no querer prescindir de un peligro de esa naturaleza. La «defensa» de que estos perros no son naturalmente agresivos - aunque fuera cierta - deja de lado el hecho incontrovertible de su ferocidad y su capacidad extraordinaria para hacer daño, y ello es lo que aconseja su prohibición.

Como sociedad, no podemos estar a merced de la desconsideración caprichosa de personas que viven con un claro menosprecio de la seguridad de los demás.

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