El problema es que, distinto de las plagas bíblicas - eventos extraordinarios ordenados por la divinidad - los riesgos en el ámbito económico son consustanciales a la experiencia humana, por lo cual no pueden considerarse unas «plagas». No hay economía en el mundo en la que no haya riesgos. La frase hecha «plagado de errores» es la que generalmente se utiliza, y quizá en este caso quepa muy bien, habida cuenta de los desaciertos del gobierno de turno en el orden económico.
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