Hace poco, mientras esperaba para recoger un medicamento en una farmacia, me fijé en un letrero que le advertía a la clientela sobre las normas acerca de la devolución de las medicinas y otros elementos para el cuidado de la salud. Lo que me llamó la atención es la razón aducida para no aceptar la devolución: una cuestión "ética." Espero que el conocimiento de la farmacología supere el de la lingüística porque es evidente que este es un asunto de razones sanitarias, para no admitir que alguien devuelva ciertos artículos que pudieran estar contagiados con una enfermedad. Quizá pueda decirse que hay una cuestión ética de por medio, en el sentido amplio de la palabra, pero, ciertamente, lo fundamental es el aspecto sanitario.
Lo que sí es una cuestión ética es la práctica de ésta y otras farmacias que retrasan el despacho de las medicinas, para dar tiempo a que el cliente dé vueltas por el establecimiento y aumente la probabilidad de que adquiera otros artículos. Esa estrategia, fruto de estudios de mercadeo, es una burda manipulación de los clientes y una falta de honradez porque es un engaño hacerle creer que necesitan todo ese tiempo para el despacho. Y eso sí es una cuestión ética.
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