martes, 8 de enero de 2008
Bochorno en Washington, D.C.
Las audiencias que en estos días celebra el Tribunal Supremo de Estados Unidos acerca de la pena de muerte son un bochorno jurídico y moral, para esa institución, tenida como venerable por los ilusos que no conocen bien su historia. Discutir en 2008 si un método de matar a alguien es un "castigo cruel e inusitado", basado en cuánto dolor y sufrimiento puede causar, es un cálculo que revela una insensibilidad suprema. Es decir que la ejecución es buena, siempre que se haga de una forma que no cause mucha incomodidad al reo de muerte. ¿Qué clase de juristas son éstos, que entran en estas disquisiciones sobre las formas aceptables de matar a un condenado? Tomen nota todos los que ven en esa Corte la atalaya de la democracia, los derechos humanos y la justicia. Con los cambios que el tiempo ha impuesto, esos jueces siguen siendo nine old men, enajenados de la Historia, encerrados y enterrados en un "sepulcro blanqueado" de Washington, D.C.
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