El señalamiento del Superintendente de la Policía acerca de la dificultad de combatir la pirotecnia ilegal y el ron ilegal, por la falta de cooperación ciudadana, apuntan a un tema medular del derecho penal. Lo penal debe ser un reflejo fiel de lo que cada sociedad valora como indeseable al punto de prohibirlo y castigarlo. Evidentemente, el ron clandestino no se tiene como un mal social que amerite persecución policiaca. Al margen de algunas consideraciones de salubridad, la gente -- correctamente -- lo ve como algo que es ilegal meramente porque no paga impuestos al Estado. La pirotecnia, por su parte, es algo tan arraigado en la tradición popular, que, a pesar de ser inherentemente peligrosa, goza de una aceptación general que la hace inexpugnable.
Solo un cambio cultural podrá modificar actitudes con respecto a estos renglones «delictivos», para que la sociedad los rechace y colabore con la policía para combatirlos. Pero, eso no parece que se vaya a producir en un futuro previsible.
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