El derecho de familia es cosa muy delicada, no necesariamente por complicaciones jurídicas, sino porque pretende hacer justicia en el ámbito más íntimo y subjetivo del ser humano. Dentro de sus vertientes, la de los alimentos a los menores luego del divorcio de sus padres presenta dificultades mayores sobre las que hay que hilar muy fino. Es un cálculo de necesidades y posibilidades, que si bien debe atender adecuadamente las primeras, no debe hacerse a espaldas de las segundas. La insatisfacción en este renglón es sempiterna; rara vez se logra complacer a las partes en litigio.
Las fórmulas matemáticas buscan establecer unos criterios imparciales y objetivos, pero hay cifras que sorprenden, por lo exiguas e irrazonables. Que se estime que un padre alimentante pueda vivir con $500.00 mensuales en 2014 es claramente absurdo, y alguien debería explicarle al país el proceso por el cual se llega a esa cantidad. Los que proponen que al padre no se le pueda fijar una pensión que supere el 55% de su ingreso neto andan mejor orientados, pero lo salomónico sería que retuviera el 50% para sí y la otra mitad quedara para los hijos que debe alimentar. Algo superior a eso luce oneroso y rezuma inequidad.
2 comentarios:
La afirmación: «Que se estime que un padre alimentante pueda vivir con $500.00 mensuales en 2014 es claramente absurdo», es tan errónea como sería sostener lo contrario (que un padre alimentante nunca puede vivir con $500 mensuales). En estos casos, lo mejor es que el o la juez adjudique este asunto de acuerdo con las circunstancias de cada parte. No es lo mismo tener que alimentar a cinco menores que a uno. En casos de mucha necesidad en ambos hogares, la pregunta debe ser: ¿Cuál es la cantidad mínima con la cual tanto alimentante como alimentistas deben contar para sobrevivir dignamente cuando la cantidad a distribuir es finita?
Hiram:
Dame el nombre y demás circunstancias personales de alguien que viva dignamente con $500 mensuales...
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