Me parece profundamente equivocada la estrategia legal del Vaticano ante los señalamientos de la ONU sobre la pederastia en la Iglesia, no solamente desde el punto de vista jurídico, sino, más importante aun, desde la perspectiva moral. Pretender limitar su responsabilidad al estado del Vaticano, con respecto a la Convención Contra la Tortura -- que incluye el trato inhmano de la pederastia -- de la cual es signatario es un argumento en extremo legalista, que se da de cara con el mea culpa que en época reciente se ha hecho a los cuatro vientos. Con ello se quieren dejar al descubierto los crímenes clericales en el resto del mundo católico, algo que luce contradictorio con la nueva política enunciada por el papa Francisco.
Con planteamientos como este, la Iglesia pone en duda su «dolor de corazón», su «propósito de enmienda» y su disposición a «cumplir la penitencia».
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