lunes, 12 de mayo de 2014

Sin causa

La puesta al día del ordenamiento jurídico es tarea continua e impostergable; la de nuestro Código Civil ya se ha pasado de tiempo. Estipulado eso, hay propuestas cuya necesidad y validez son cuestionables. La que se anuncia de eliminar diez de las doce causales de divorcio -- para, supuestamente, proteger la vida privada de las partes --  luce innecesaria y desacertada. Los propios autores reconocen que, en gran medida, no existe un problema apremiante que resolver al respecto, toda vez que, si el 50% de los divorcios se tramitan por consentimiento mutuo, el 23%, por ruptura irreparable del vínculo matrimonial, y el 18% por separación, tenemos que en cerca del 90% de los casos las partes no tienen que revelar sus intimidades al respecto. Dejar el consentimiento mutuo y la ruptura irreparable como únicas causales eliminaría algunas que, independientemente de la frecuencia de su uso, recogen un estado de cosas que la parte agraviada podría querer ventilar para que constara claramente la responsabilidad por el fracaso matrimonial, sin que ello exponga indebidamente su intimidad.

Por ejemplo, el cónyuge abandonado debe tener derecho a consignar ese hecho ante el tribunal, como fundamento para el divorcio. Una separación forzada por una de las partes también debe poder consignarse ante el tribunal. Igualmente quien sufre la adicción a drogas o el alcoholismo de su pareja, y ya no puede soportar más esa situación. En fin, el derecho de familia debe proveer una salida airosa al cónyuge que, sin culpa alguna, ve afectado significativamente su matrimonio, y no consigue que su cónyuge acceda a disolverlo.

Me parece que se plantea una «solución» para un problema inexistente.

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