miércoles, 14 de mayo de 2014

¡Por Dios!

Entre los muchos vicios sociológicos americanos se destaca el de litigar para todo y por todo. Si bien ha sido a través de la jurisprudencia que se han conseguido reivindicaciones importantes, no es menos cierto que se ha abusado del recurso judicial con propósitos puramente económicos o para establecer normas de dudosa pertinencia o relevancia.

Ejemplo de ello son muchos de los litigios sobre la separación de la Iglesia y el Estado en los que no hay de por medio una vulneración mayor a ese principio, sino más bien una cuestión «técnica» en su observancia. Varios de esos pleitos tienen que ver con la Pledge of Allegiance, concretamente, la mención  de "under God."  Aunque convengo con que esa muestra de adhesión cívica debe ser voluntaria, ir al tribunal para objetar la mención de Dios me parece una frivolidad. Ningún ateo serio debe molestarse por algo así, ni los tribunales están para dilucidar cosas como ésta. De hecho, los tribunales de Estados Unidos, reiteradamente, -- el más reciente en Massachusetts -- han rechazado esos cuestionamientos.

Es necesario distinguir entre situaciones que crean una crisis de conciencia o un discrimen impermisible basado en la creencia religiosa o ausencia de ella, y menciones culturales incidentales que no comprometen de manera significativa los principios de un individuo.

Después de todo, los honorarios de abogado se pagan con billetes en los que se lee "In God We Trust."

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