Sin el beneficio de conocer el contenido de la proclama del alcalde de Yauco, con la que decreta 40 días de ayuno en ese municipio, la idea luce totalmente descabellada e impermisible, por ser un ejercicio religioso por parte del gobierno civil. No se entiende cuál será el efecto práctico de la proclama ni la participación del gobierno municipal en algo eminentemente personal y privado. Si alguien quiere dejar de comer por razones muy suyas no es asunto de interés público que requiera atención gubernametal. Que el poder público inste a la gente a no comer, en este caso por motivos religiosos, es sintomático del desajuste mental de este alcalde que ya conocemos.
Quizá el alcalde debe extender su anunciada participación de solo dos días a los cuarenta completos, preferiblemente en un desierto...
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