El Tribunal Supremo del Reino Unido ha avalado la decisión de un hospital, basada en una ley de 2005, de no proporcionar ciertos tratamientos a un hombre que moría de cáncer, por considerarlos inútiles, a pesar de los deseos de su familia. El tribunal de primera instancia falló en contra del hospital, pero en apelación el enfermo se deterioró grandemente, y el tribunal apelativo revocó. El hombre murió diez días después. No obstante, la decisión de última instancia intentó ser «salomónica», pues le dio la razón a ambos tribunales inferiores, y solo sostuvo la apelativa a base del cambio en las circunstancias del enfermo.
Este tipo de legislación resulta esencial, pues el apego de familiares nubla su entendimiento a la hora de decidir lo que hay que hacer para que sus seres queridos no sigan sufriendo inútilmente. A falta del valor para dejarlos descansar en paz, es necesario que las autoridades médicas tengan el derecho a dar el paso más compasivo y racional para terminar con ese suplicio.
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