Se celebran audiencias legislativas sobre la «trata humana» en nuestro país, y algunos se ponen las manos en la cabeza porque no hay estadísticas al respecto. Probablemente porque la incidencia es insignificante. El asunto ha cobrado cierta relevancia entre nosotros porque es una causa a la que nuestro Ricky Martin le presta atención, y nos gusta ser solidarios con nuestras estrellas. No dudo que lo inviten a deponer y se fotografíen con él.
Y es que no sabemos ni lo que es, a juzgar por lo que se ha señalado. Imagínese el lector que se ha dicho en este contexto que «40 menores de edad abandonaron la escuela para irse a trabajar y 25 para 'asumir responsabilidades en el hogar'». Hombre, esto será lamentable, desde el punto de vista del desarrollo personal de estos menores, pero que eso sea la explotación que contempla el concepto de «trata humana» es un salto en la lógica y, a menos que sea producto de la coacción o la esclavitud, no corresponde a la definición jurídica de ese delito en ninguna parte del mundo.
No sé cuántos casos genuinos de «trata humana» habrá en Puerto Rico, pero esos no lo son.
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