En mi libro Medinaciones: Leyes de Puerto Rico Embromadas (2008) me burlo de las burradas legislativas puertorriqueñas de ese momento. (Dicho sea de paso, cuatro años después, la cosa sigue igual o peor.) Me concentré en el fondo, es decir, la sustancia de los estatutos. Nada o muy poco dije de lo mal redactadas que están nuestras leyes. Y lo siguen estando. Ahora, acabadita de aprobar, la Ley 94-2012 de 23 de mayo crea un programa de educación musical para jóvenes y niños «bajo el ápice del Conservatorio de Música».
Pues, me he matado buscándole el sentido al uso de esa palabra en este contexto, y no se lo encuentro. A menos que sea -- estirando mucho el chicle -- que, como «ápice» significa, entre otras cosas, la punta o el extremo superior de algo, se quiera decir que el Conservatorio está en la punta de la pirámide musical en nuestro país o algo así. Pero, esto «desentona» con el mejor uso léxico. Mejor hubiera sido decir que el programa estará bajo el palio del Conservatorio.
Porque, como está dicho, no tiene un «ápice» de corrección.
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