Reconociendo el valor de una institución como la Unión Americana de Libertades Civiles y lo acertado de su diagnóstico del problema de abuso policiaco en nuestro país, como puertorriqueño, abogado e independentista, rechazo vehementemente el remedio propuesto, de someter a la Policía de Puerto Rico a un especie de sindicatura judicial norteamericana. Los problemas de nuestro país los tenemos que resolver los puertorriqueños. La solución está en nuestras manos, eligiendo personas capaces y honradas. Pedir la supervisión o tutela de instituciones de Estados Unidos es aceptar nuestra incapacidad e inferioridad ante nosotros mismos y el resto del mundo. La frustración con nuestros males no nos debe llevar a reclamar algo que redundará en una mayor dependencia de la potencia imperial.
Así no se hace Patria.
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