Los tribunales apelativos tienen la función de corregir los errores de los de primera instancia. Nuestro Tribunal de Apelaciones acaba de hacerlo en el caso del representante Rivera Guerra, dándole la razón al Partido Nuevo Progresista en su decisión de excluirlo de la papeleta electoral del próximo 6 de noviembre.
No era posible otra decisión. Las violaciones de ley y de la ética del legislador eran muchas, y su temeridad mucho mayor. La sentencia de primera instancia no calibró adecuadamente sus faltas ni el derecho de su colectividad política de presentar candidatos que reúnan unos requisitos razonables de moral pública. Se ha hecho justicia validando un esfuerzo por adecentar la política partidista del país.
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