Se nos dice que en la Cámara de Representantes se ha aprobado «a viva voz» un proyecto de ley que faculta al Departamento de Asuntos del Consumidor a establecer unos controles al desorden que se forma en las ventas del madrugador, ese exceso de afán de consumo que una mala entendida libertad de empresa ha establecido en nuestro país, copia de la imbecilidad norteamericana a este respecto. El proyecto, que ahora pasa al Senado, le pasa esta papa caliente al DACO para que promulgue un reglamento sobre este asunto. Me parece que se trata de un esfuerzo fallido y mal ubicado.
Primero, porque este es un problema de orden público que le corresponde atender a la Policía, como cualquier otro de esa índole. El comportamiento amotinado o atropellado del público que acude como reses a esa estupidez comercial no se va a resolver con medidas que pueda aprobar DACO. La Policía tendría que tomar medidas severas de control de muchedumbres para poner orden en estos eventos.
Lo que se debe prohibir es que se celebren estas ventas, por abusivas con empleados a quienes se les obliga a trasnochar, abandonar su familia, y a exponer su seguridad de madrugada, para satisfacer la avaricia empresarial y el consumo demencial. Pero, en esta sociedad desquiciada, se ha llegado a ver este desenfreno de compra nocturna y de madrugada como una «actividad familiar» positiva. Así de enajenados estamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario