En los años en que trabajé en la Oficina de Administración de los Tribunales oí decir: «La toga daña», algo que tuve ocasión de corroborar, conociendo a jueces abusadores, irrespetuosos y prepotentes; espíritus débiles cuya exaltación profesional les había echado a perder su sensibilidad. Otros, por supuesto, ya venían «dañados» antes de ponerse la toga judicial.
En todos lados se cuecen habas. En Mississippi, el Tribunal Supremo del estado ha sancionado a un juez por haber encarcelado a un abogado por desacato al tribunal porque se negó a recitar el Pledge of Allegiance en su sala, como parte del ritual de apertura, uno supone. Evidentemente, el colega resintió que le impusieran esa manifestación de patriotismo, que, en estos momentos, tiene mucho de patriotera. El Supremo ha dispuesto una reprimenda pública y $100 de multa al juez.
Yo lo hubiera botado porque demuestra no tener temperamento judicial alguno.
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