Querer aparentar ser culto o elegante en la expresión, si no se es genuinamente, produce dislates mayúsculos. El uso apropiado de metáforas o símiles requiere conocimiento de sus significados. El siguiente titular del periódico es muestra de lo contrario: «El éxito es un crisol».
¿Sí? No me diga...¿en qué sentido? Porque la última vez que busqué la palabra en el diccionario decía que se trata de un recipiente en el que se funde algo a altas temperaturas. Ni siquiera puede decirse que se trata de un uso en sentido figurado, pues, en todo caso, no es el éxito sino el camino al éxito lo que puede ser un crisol, es decir, lo que pone a prueba el temple del individuo. Fue en este sentido de «prueba de fuego» que lo usó Arthur Miller, cuando tituló The Crucible su drama sobre los juicios por brujería en Salem, ya que allí se puso a prueba la fibra moral de aquellos antepasados norteamericanos, en los que él quería que sus contemporáneos se vieran en pleno macartismo.
En fin, hay que analizar y razonar la pertinencia de las imágenes que se pretende utilizar para realzar la expresión.
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