Un titular de hoy despertó aun más mi curiosidad lingüística: «Defensa de Sustache presiona al videógrafo». La Real Academia no registra el vocablo, pero fuentes de Internet sí, incluida una en la que se da cuenta de un esfuerzo para que la RAE lo acepte como descriptivo de una realidad moderna. Resulta claro que los términos fotógrafo y camarógrafo, aunque relacionados - sobre todo éste último - no cubren adecuadamente el equipamiento y la función de este nuevo profesional del periodismo y las artes visuales, toda vez que, según surge de esas explicaciones, el trabajo del videógrafo incluye otras tareas técnicas más allá de la filmación, que esta tecnología del vídeo hacen posible.
Como he dicho en varias ocasiones, favorezco la aceptación de un neologismo, siempre que sirva para describir una realidad nueva. Éste es uno de esos casos.
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