La conclusión de que el accidente del helicóptero de la Guardia Nacional se debió a «errores humanos» podría ser cierta, pero tiene bemoles que es necesario precisar. Hay en estos casos el interés de descartar la falla mecánica, pues, de haberla, ello sería base de responsabilidad civil extracontractual, es decir, reclamación por daños y perjuicios. En cambio, si la culpa la tuvo el piloto o cualquier otro personal de vuelo - que en este caso no sobrevivió - se elimina la demanda a la Guardia Nacional y al fabricante de la nave. Por supuesto, podría haber algo de responsabilidad de la Guardia, si se prueba que, conociendo las condiciones climatológicas tan adversas, ordenó que se llevara a cabo la misión. El afán es, pues, insistir en que hubo un «cambio súbito» en la condiciones del tiempo, y que el piloto no pudo sortearlo, o que el piloto se equivocó en su plan de vuelo y causó el desastre.
No olvidemos estos aspectos, al examinar este informe y las explicaciones oficiales que se brindan, pues hay intereses económicos y de otra naturaleza de por medio, que matizan la «búsqueda de la verdad» en estos casos.
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