Desde el principio, la denuncia de que algo sexualmente impropio había ocurrido de parte de Hilton Cordero, Comisionado de la Policía Municipal de San Juan, hacia su hija adolescente ha sido manejada de una forma extraña. Aun teniendo en cuenta que, por tratarse de una menor hay que tomar medidas para proteger su intimidad, creo que el país tiene la sensación de que el trato que se le ha dado al caso obedece a consideraciones para con el padre, incluso por cuestiones políticas, habida cuenta del respaldo manifestado por el Alcalde de la capital.
Es en ese contexto «extraño» que la decisión judicial de ayer, que le permite a Cordero relacionarse con su esposa y su hija más pequeña, mientras se le mantiene alejado de la mayor durante seis meses adicionales, resulta también «extraña». Si, como se ha insinuado, la jovencita no ha dicho la verdad, bien sea por defecto mental o moral, procede que se haga saber públicamente. Mantener al padre alejado de ella por tanto tiempo, da lugar a pensar que algún crédito merece la versión de la hija, en cuyo caso se debe proceder como corresponde. Si la muchacha ha mentido, por fantasía o venganza, necesita tratamiento.
En cualquier caso, tiene razón la madre: esto ha tardado demasiado en dilucidarse. Es hora de que el Estado, tanto en su función tutelar de la menor como en la de orden público, actúe de manera definitiva.
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