El «robo» al turista americano que subió a su habitación con dos hombres tiene pinta de otra cosa. Al igual que el del abogado prominente que no hace mucho llevó a dos mujeres a la suya, este caso parece ser de una aventura sexual gone wrong. Luce extraño que alguien que llevaba aquí un par de semanas invitara a un recién conocido a su cuarto, y más raro aun que se fuera al balcón a fumar y dejara sin vigilar a un tercero traído por el segundo. «Tanta amabilidad me confunde.»
Tampoco parece lógico que alguien a quien le sustraen $25,000 abandone la jurisdicción precisamente el día que denuncia el delito, dificultando con ello la pesquisa policial. El perjudicado alega que el ladrón «adivinó» la combinación de la caja fuerte, algo sumamente improbable. Todo esto levanta la sospecha de que la «víctima» se causó a self-inflicted wound.
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