Se presenta un nuevo reto al sistema de justicia penal con el caso del publicista que arrolló a padre e hijo hace unos meses. Como se sabe, la trayectoria judicial reciente en estos casos ha sido bastante insatisfactoria, pues el autor de los hechos no ha sido sancionado con la severidad que amerita la gravedad de su delito. La muerte de las víctimas ha quedado, si no impune, sin una respuesta acorde con el valor supremo de la vida que ha sido tronchada. En este caso, se ha dicho que el acusado tenía tres veces el nivel permitido de alcohol en su sangre, cuando causó esas muertes. También, que abandonó la escena de los hechos.
Esperemos que esa «verdad de la calle» - condenatoria en grado sumo - sea validada en el tribunal y aquilatada adecuadamente en una sentencia que se ajuste a la realidad.
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