El senador Báez Galib, quien ha anunciado su retiro, se despide con una ingenuidad de marca mayor. Siguiendo los pasos de Rosselló - que no sabe - él - que debería saber - acude a un foro jurídico norteamericano a plantear un asunto eminentemente político. La pretensión de que Puerto Rico pueda escoger las leyes federales que le han de aplicar ha sido rechazada una y otra vez porque es totalmente irreal. Imagínese el lector el reperpero que armarían los 50 estados, si le concedieran a Puerto Rico lo que ninguno de ellos, que son americanos de verdad, tiene.
La aplicación de las leyes de un país en otro que no tiene representación en el que las hace es la esencia del coloniaje, y tiene dos soluciones, la integración o la independencia, que no las va a conceder un tribunal. Aunque se formule como una cuestión de derecho, se trata de un asunto político. Por eso, los miembros de la Comisión de Derechos Civiles de Estados Unidos lo escucharon pacientemente, pero no hicieron pregunta alguna. Báez Galib ha acudido al foro equivocado, uno que no tiene jurisdicción para adjudicar su planteamiento. Debió ir al Congreso, que sí la tiene, aunque no tenga la voluntad de ejercerla.
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