martes, 19 de febrero de 2008

Romero, el bueno

Escondidita, como suelen publicarse las noticias que resultan inconvenientes, con el título "Beatificación estancada", se nos dice que el Vaticano ha parado ese proceso en el caso del arzobispo salvadoreño Oscar Romero diz que porque tienen dudas de si su asesinato se debió a motivos religiosos o a otros motivos. Pero, claro que se debió a otros motivos, los mejores: Romero le hizo frente al régimen totalitario de su país, y éste lo mató. Entonces, ahora, 28 años después, la Iglesia viene con remilgos, pues, en el fondo, lo que les molesta es que se pueda decir que están ensalzando la figura de alguien que pueda ser tachado de izquierdista. Ahorita lo acusarán de cuanta cosa hay, para negarle su sitio en el panteón de los santos.

Estas maniobras no me extrañan, pues hemos topado con la institución que, más de 300 años después de su dictamen en el caso de Galileo, creyó necesario nombrar una comisión para reabrirlo, a ver si se había equivocado y cometido una injusticia. Es decir que, parece que en el derecho canónico no hay tal cosa como una sentencia sumaria o el recurso de coram nobis, para corregir una sentencia manifiestamente errónea e injusta. ¿O acaso el Vaticano albergaba cierta duda sobre si la Tierra gira alrededor del Sol?

En fin, a Romero no lo va a salvar ni que Raúl Juliá hizo su papel en el cine. La Iglesia, que le encanta mandar a callar a los que dicen cosas que le resultan incómodas (Boff, Cámara, Cardenal, Kung, Parrilla y un larguísimo e ilustrísimo etc.), va a canonizar en tiempo récord a Karol Wojtyla, por haber contribuido a acabar con el "comunismo ateo." Porque lo malo no es ser malo, sino ateo. Por eso se podía pactar con Franco y con Trujillo, "defensores de la Fe."

Repito. Buñuel ha dicho una verdad como un templo: "Gracias a Dios que soy ateo."

3 comentarios:

Roberto Ariel Fernández dijo...

La iglesia católica siempre ha sido y sigue siendo una organización retrógrada y repulsiva.

Antes de que enjuiciara a Galileo, el primer gran científico de la llamada era moderna y el fundador del método científico, esa organización quemó vivo a un monje italiano de nombre Giordano Bruno (1548-1600), entre otras razones, por especular sobre la existencia de otros "mundos" con seres vivos con sus propias civilizaciones.

Bruno también apoyaba la "herejía" de Copérnico (otro sacerdote, pero polaco) de que la Tierra gira alrededor del Sol, al igual que los planetas.

Alguien dijo que se toma la idea de "Dios" demasiado en serio, y que precisamente por ello es que no cree en su existencia. La iglesia católica, aparte de predicar un dios limitado y hasta estúpido, siempre ha sido una organización en busca de consolidar su poder y aumentarlo, a toda costa.

Para esa organización el "poder terrenal" ha sido siempre su norte, su gran fetiche. Y es que se trata de un ente compuesto y dirigido por seres humanos, pero de esos con "sangre de teólogos." Y a los teólogos Nietzsche correctamente los llamó la peor especie concebible.

La memoria de Oscar Arnulfo Romero sale mejor si esa iglesia infame no lo "beatifica" o no lo "canoniza".

Alberto Medina Carrero dijo...

Roberto:

Al arzobispo Romero habría que decirle, con las palabras inmortales de doña Florinda:"¡No te juntes con esa chusma!"

Roberto Ariel Fernández dijo...

"Eso, eso, eso."