Lo ocurrido esta semana pasada en el Congreso de Estados Unidos con relación al caso de Roger Clemens es una muestra más de que las cosas del Tío Sam nada tienen de admirables. Con una desfachatez despampanante, el famoso lanzador pasó varios días visitando a legisladores previo a la audiencia en la que declararía bajo juramento acerca de las imputaciones de que usó sustancias prohibidas en la pelota profesional. Dejando a un lado la pertinencia de una investigación congresional sobre este asunto, lo cierto es que resulta muy irregular, to say the least, que el imputado y testigo estrella tenga ese acceso a los miembros de la institución que lo investiga.
El resultado se vio, a colores y en directo: legisladores - republicanos, por cierto - que parecía que jugaban del mismo equipo de Clemens, haciendo preguntas para que éste se despachara con la cuchara grande y, a la vez, satanizando al entrenador que lo choteó. En la larga lista de situaciones bochornosas en ese "augusto Cuerpo" frente al que algunos tontos útiles en nuestro país se persignan, ésta figurará en el Hall of Shame. Afortunadamente, no todos sucumbieron a los cantos de sirena de Roger, y jugaron pelota dura con él.
En fin, es bueno que ocurran estas cosas, para que se vea que nosotros y el resto del mundo no tenemos que recibir lecciones de fair play y de "pureza en los procedimientos" en la gestión pública, por parte de gente que se vende por una bola autografiada y una foto con una celebrity.
1 comentario:
La ignorancia obstinada de gran parte de nosotros no nos permite ni siquiera estar conscientes de que Washington, D.C., es una de las ciudades más corruptas del planeta (y de la historia). Y en cierta medida es "natural" que, como todo "centro de poder," haya mucha corrupción en esos círculos washingtonianos.
Lo que no es aceptable a estas alturas es la ingenuidad de creer que "los americanos" son distintos al resto de los mortales. Y si se trata de políticos, es mucho más realista asumir que son corruptos y que se compran y venden al mejor postor. "That's the name of the game."
Publicar un comentario