martes, 13 de noviembre de 2007

A pasto

Parece haber buenas razones para quitar la marihuana de la lista maldita de sustancias que nos llevarán al Apocalipsis personal y colectivo. La propuesta de los distinguidos galenos no es nueva; tampoco la oposición que se presentará. La lucha contra el consumo de las drogas no ha rendido muchos frutos, y por ello se impone un enfoque más ecuánime, menos histérico. No se trata, por supuesto, de vender la marihuana en cada esquina. Ni siquiera en la muy libertina Holanda es así. Pero, al igual que en el derecho penal no todos los delitos son igualmente penados, en las drogas hay distinciones que deben hacerse, para evitar cargar la mano injustamente, a la hora de evaluar la conducta antisocial en cuestión.

Creo que debe dedicarse más esfuerzo a tratar de determinar las razones del altísimo consumo de alcohol, tranquilizantes y otras sustancias controladas en nuestro país. Algo anda muy mal en una sociedad tan pequeña, con un apetito tan voraz por narcotizarse. Hay adicciones a granel; algunas muy encubiertas en mansiones y penthouses y en la vida social.

Lo que se pretenda hacer chocará con la muralla del poder federal en Puerto Rico. Un país que no admite las derrotas en los conflictos bélicos no va a consentir que su colonia decrete un cese al fuego o una retirada estratégica en the war on drugs. Como siempre, el día en que allá digan que está bien, se empezará a vender el pasto en la calle Chardón y la fila será como pa' vacunarse.

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