miércoles, 21 de noviembre de 2007

Las malas semillas

Hace poco más de medio siglo, la cinta The Bad Seed causó mucha controversia, al plantear la posibilidad de que una niña de ocho años tuviera instintos criminales y les diera rienda suelta, asesinando. El caso de los niños de ocho y nueve años a quienes se les imputa la violación de la niña de once en el estado sureño de Georgia revive aquella vieja polémica, planteándole un difícil problema a la justicia penal. ¿Qué hacer con estos niños, que, evidentemente, tienen capacidad para concebir y ejecutar un crimen violento? La norma general, que no reconoce responsabilidad penal a niños menores de cierta edad - en este caso, 13 años - no luce apropiada para lidiar con la ofensa cometida. Ya se anuncia que, de aplicárseles los estatutos correspondientes, podría condenárseles a un máximo de cinco años en una institución para menores.

Generalmente, los llamados delincuentes juveniles son adolescentes, pero aquí nos enfrentamos a párvulos, que uno supone están en tercero o cuarto grado en la escuela. De primera intención, es casi imposible asimilar que, a esas edades, pueda haber mens rea, es decir, la intención criminal. Pero, cuando se ha estado un rato en este mundo, se aprende que truth is stranger than fiction. O que, como decía mi padre: "Hay gente que nace dañá."

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