Los americanos están tan nerviosos con el asunto de la inmigración ilegal -- ahora sobre todo de menores de edad -- que han olvidado cumplir con uno de los principios básicos del Derecho, el suyo y el del resto de la humanidad. En su afán de deportar a esos niños, no les asignan representación legal, violando con ello su propia Constitución y leyes de inmigración, que requieren un debido procedimiento de ley y una audiencia plena y justa en estos casos.
La American Civil Liberties Union, que no le deja pasar una al Estado, ha demandado a todo el aparato federal que interviene con estos niños indocumentados, en busca de que cumpla con sus propias normas, que es lo menos que debe hacer el Poder Ejecutivo de esa nación que se jacta tanto de la pureza de sus procedimientos y anda por el mundo calificando -- y casi siempre reprobando -- los sistemas jurídicos ajenos.
Para que conste en acta.
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