Insisto en el tema de la moda en la expresión, y cómo se abusa de un término que comienza siendo novedoso y termina siendo engorroso. Ahí tenemos el titular «Rubén Blades reinventa sus clásicos». Dejando a un lado que el vocablo aún no ha sido aceptado formalmente en español, la gente que no tiene inventiva lo usa mañana, tarde y noche... y de madrugada. Ya nadie dice que se trata de «una nueva versión, un sesgo distinto, un giro diferente» o cualquier forma similar de expresar que algo constituye otra manera de presentar lo que ya se conoce.
Hay dos razones para esta popularidad de los neologismos. Una es la pobreza de vocabulario que se padece en nuestro medio. A falta de opciones léxicas, se depende de la misma forma de decir las cosas. La segunda es la tontería de querer dar la impresión de que se es moderno y se maneja el lenguaje de último cuño.
En fin, mediocridad intelectual.
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