martes, 15 de julio de 2014

La palabra precisa

Tengo que discrepar del connotado jurista puertorriqueño, Dr. Efrén Rivera Ramos, no en la sustancia, sino en la forma. En texto de opinión sobre el conflicto catalán publicado hoy escribe: «Involucra consideraciones jurídicas, políticas e ideológicas de resonancia universal». A Efrén -- lo llamo así porque lo conozco -- se le ha pasado que «involucrar» y sus variantes tienen, de toda la vida, una connotación negativa y hasta ilícita. Se trata de un término que se usa invariablemente para referirse  a manejos o negocios turbios.

Este es uno de esos casos raros en que  las primeras acepciones que figuran en el Diccionario de la RAE no son las que se usan generalmente ni representan el entendido consagrado por el tiempo. Por eso, «abarcar, incluir, comprender» no es lo que se entiende por «involucrar»; tampoco lo es «injerir en los discursos o escritos cuestiones o asuntos extraños al objeto de ellos». Sí lo es «complicar a alguien en un asunto, comprometiéndole en él». Como he dicho, ese «asunto» es de naturaleza objetable, pues, de otra manera, no tendría sentido hablar de «complicar» o «comprometer» a alguien.

Todo esto demuestra que hay que saber usar el diccionario con sensibilidad lingüística, para evitar aplicar mecánicamente sus definiciones.

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