El cinismo de Estados Unidos no tiene límite, y se manifiesta en todo, incluso en su sistema jurídico. Son de dominio público los abusos cometidos por la soldadesca americana en la prisión Abu Ghraib en Irak entre 2003 y 2007. Lo que quizá no se conozca tan bien es la participación de contratistas privados en esos abusos, y los pleitos a lo que ello ha dado lugar. En uno de esos casos, la empresa transó la demanda por $5.28 millones. Hay otra corporación, sin embargo, que ha contrademandado, solicitando que los detenidos paguen $15,580 en costas, dado que el caso fue desestimado, por una alegada falta de juirisdicción, ya que los hechos ocurrieron fuera de Estados Unidos. No obstante, un tribunal apelativo ha decidido que la desestimación fue «prematura».
Este asunto hay que verlo en el contexto más amplio del trato condescendiente que han recibido los abusadores. Prueba al canto: el soldado que orquestó los abusos fue condenado a diez años, pero solo cumplió seis años y medio. Claramente, tanto el aparato militar como los tribunales civiles han hecho lo indecible por exculpar a los acusados o reducir al mínimo cualquier sanción por esa conducta criminal.
Lo he dicho antes: para los americanos, los afganos y los iraquíes no son gente, razón por la cual, en el fondo, no ven nada malo en matarlos o torturarlos, y se resisten a castigar a quienes lo hagan.
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